Detrás del corazón de una amante


Mujer que espera, que te deslumbras con palabrería, mujer que con recelo confía, ¿estás curiosa por descubrir que hay detrás de esa puerta?, la otra puerta, que hay detrás de sus argumentos, que hay detrás de su amor. 
Mujer que sufre porque se apasiona, porque pasa sus noches de frío aferrada a su almohada y sus recuerdos, que dibuja su mundo donde es la única. Desconoces la diferencia entre amor e intimidad ¿estás confundida?, luchas por destruir lo que no construiste, por demostrar lo que no eres, por ocupar lugares que no te pertenecen, a los que ni siquiera te dejan llegar.
Mujer que aceptas una parte, sólo una parte o quizás lo que queda, donde andará tu estima? Mereces todo, no estás aquí para satisfacerlo a él que sólo quiere tu cuerpo y parte de tu tiempo para alimentar sus deseos.
Mujer que conoce el placer de competir y ganar, que aunque no sabe que hay allá solo se prueba a si misma que puede contra todo porque lo conquistaste, porque te sientes segura y realizada. Mujer curiosa por otras vidas, ¿valdrá la pena aceptar menos de lo que mereces? , ¿creces en tu andar vacilante o te destruyes con el paso del tiempo?, ¿que te preguntas en tus noches de desvelo? Te invade la ira? La nostalgia? O quizás el miedo.
Lo intentaste, amaste, validaste, descubriste, destruiste, te apasionaste y ahora serás la víctima de un presente real, ¿lo tienes todo? O vivirás con el miedo de que aparezca la otra tú, la que fuiste y ocupe el lugar que dejaste.

En la sociedad la “otra” mujer ha sido vista como la “quitamaridos” la “mala”, la “bruja”, la “destructora de hogares” y cuánto nombre conocemos, sin embargo el hombre es perdonado si se arrepiente. Y es que para la sociedad el ideal de pareja monógamo y heterosexual es el aceptado como patrón, y hemos crecido pensando que ser mujer heterosexual es ser mujer para un hombre, y a muchas les aterra la idea de vivir sin él. Es por eso que cuando aparece la otra mujer comienza la batalla contra “la zorra”.
Desde el feminismo la solidaridad entre mujeres apunta un cuestionamiento práctico, si la sororidad es el baluarte del feminismo eso implicaría no comenzar en una relación donde hay otra mujer involucrada. Pero ¿será justa la guerra en contra de la “malnacida”, la que debe desaparecer mientras conservamos al macho alfa?
No me declaro feminista, lo he evaluado porque me encanta, he vivido la mitad de mi vida en el siglo XXI tengo dos hijas y en mi casa solemos debatirnos en temas como estos, pero feminismo es más que una opinión, son tus actos, tú lenguaje, es una filosofía y forma de vida, no creo que sea una elección que haces levantándote una mañana cualquiera y diciendo esto es lo que soy, debe existir convicción y aunque trabajo en ello me queda mucho que superar. Me declaro mujer en transición hacia una manera distinta de entender la vida y de ubicarme en ella.
Algo no pongo en duda, cuando entendí que no era culpa de Ellas o por cómo vestían, por cómo actuaban, cuando entendí que “la otra” no era una bruja o quitamaridos, sino que el marido era un jugador egocéntrico, cuando entendí que en la posición que estemos somos hermanas solidarias y lo que más importa lejos de juzgarnos y competir entre nosotras es que estemos bien y felices,  cuando comprendí que no era importante si somos mas hermosas, si tenemos más éxito, si somos más hábiles, sino que simplemente somos Sororas y que la clave está en cooperar las unas a las otras, cuando entendí que no permitiría que nadie me impusiera cómo vestir, como lucir para alguien más, porque no soy florero, cuando entendí que mi ropa no es provocativa porque es mas corta o más apretada, cuando entendí que soy MUJER que puedo elegir que hacer con mi cuerpo, mi mundo es un lugar mejor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los 20 dobles

Emociones quebrantadas

Felicidad