Son de la Loma
Roberto Guerra. Artista Visual Santiaguero
Hoy descubrí cómo abrir el queso crema, no se sorprendan, que yo con un
gesto de negación y asombro, me regañé y luego no paré de reír, solía hacerle
un hueco con la cuchara al aluminio y a comer, hasta que me surgió la duda y
decidí leer la cajita y seguir las reglas.
Desde
que llegué a este país he descubierto mi ignorancia, hasta he comenzado a
amarla porque me ataca la risa cuando menos lo espero. Además identifiqué mi
“pena guajira” ( término que robé a mi hermana) que aún me acompaña en mis
interacciones sociales. Y es que el contraste del desarrollo con el
subdesarrollo crónico es desequilibrante.
Desde pagar la novatada de vestirnos y maquillarnos para un curso online que eran unos videos grabados, hasta aprender a ponerle los 25 centavos al carrito de las compras y sacarlo de la fila (“asignatura pendiente”). He tenido que aprender a comer, porque aún me aferro al arroz con frijoles, descubrir la chuleta de cerdo después de pasar un buen tiempo preguntándome que era el pork chop, e ignorar millones de cosas que no están en diccionario y ni sé que son. A eso súmale que tuve que aprender a limpiar con el mop, la aspiradora y el swiffer. Ni hablar de manejar y entender a la señora del GPS con su autoridad característica “make left or right” , y yo como buena zurda y acostumbrada a seguir comandos haciendo toda un ensayo mental para no hacer giros cuando ella lo dijera.
Y es que, después de dos años aún no acabo de entender de millas y pulgadas, cada vez que me preguntan cuánto mido, comienza todo una búsqueda mental para no decir un metro con... y ya saben de la paciencia de los americanos y su mirada expresiva, además de esa seguridad que tienen, van por la vida sin miedo a nada como comiéndose el mundo, y yo medio cabizbaja preguntándome: ¿será que soy minúscula en este inmenso mundo?. Súmenle la temperatura en Fahrenheit, el idioma, la cena de thanksgiving, la lavadora y sus opciones, la economía, el crédito, las tarjetas, el menú del restaurante, los vecinos(¿donde estará mis vecinos? )los Holidays, ocasión especial que yo ni sabía para que eran, pero aún así, me descubro haciendo una búsqueda en San Google para entender que es lo que celebran y seguir el ritmo, por supuesto que debo buscar nuevamente al siguiente año porque olvidé lo que leí, espero que con el tiempo lo recuerde.
Aún sigo preguntándome por las aceras, la galería de arte, el teatro y las peñas.
Y que creen de la primera vez que me lave las manos en la biblioteca, 60 segundos tratando de entender como salía el agua hasta que por casualidad puse la mano debajo de la “plumita”.
Mi preparación para el parto fue todo un reto, y las cositas que necesitaba para la bebé un curso de postgrado, después de una investigación exhaustiva me convencieron que no tenía que llevar nada al hospital, pero mi esposo pago el precio de cargar con una maleta y tres bolsos, con cosas que no utilizamos, precavida que soy.
El metro de New York fue como una danza apocalíptica a la velocidad de la luz, 20 viajes bajo tierra, perdidos en el metro sin entender el mapa.
Es choque de culturas, luego de 40 años con todo bajo control, el reto ha sido maravillosamente inmenso, por eso decidí sacudirme el polvo, de todos modos alguien dijo que la palabra guajiro, no es más que la mala pronunciación que los mambises hacían al modo que los llamaban los americanos “war hero”, así que nada de guajira, guerrera es lo que soy, amante del desarrollo, por ahora sigo descubriendo estas tierras.
Desde pagar la novatada de vestirnos y maquillarnos para un curso online que eran unos videos grabados, hasta aprender a ponerle los 25 centavos al carrito de las compras y sacarlo de la fila (“asignatura pendiente”). He tenido que aprender a comer, porque aún me aferro al arroz con frijoles, descubrir la chuleta de cerdo después de pasar un buen tiempo preguntándome que era el pork chop, e ignorar millones de cosas que no están en diccionario y ni sé que son. A eso súmale que tuve que aprender a limpiar con el mop, la aspiradora y el swiffer. Ni hablar de manejar y entender a la señora del GPS con su autoridad característica “make left or right” , y yo como buena zurda y acostumbrada a seguir comandos haciendo toda un ensayo mental para no hacer giros cuando ella lo dijera.
Y es que, después de dos años aún no acabo de entender de millas y pulgadas, cada vez que me preguntan cuánto mido, comienza todo una búsqueda mental para no decir un metro con... y ya saben de la paciencia de los americanos y su mirada expresiva, además de esa seguridad que tienen, van por la vida sin miedo a nada como comiéndose el mundo, y yo medio cabizbaja preguntándome: ¿será que soy minúscula en este inmenso mundo?. Súmenle la temperatura en Fahrenheit, el idioma, la cena de thanksgiving, la lavadora y sus opciones, la economía, el crédito, las tarjetas, el menú del restaurante, los vecinos(¿donde estará mis vecinos? )los Holidays, ocasión especial que yo ni sabía para que eran, pero aún así, me descubro haciendo una búsqueda en San Google para entender que es lo que celebran y seguir el ritmo, por supuesto que debo buscar nuevamente al siguiente año porque olvidé lo que leí, espero que con el tiempo lo recuerde.
Aún sigo preguntándome por las aceras, la galería de arte, el teatro y las peñas.
Y que creen de la primera vez que me lave las manos en la biblioteca, 60 segundos tratando de entender como salía el agua hasta que por casualidad puse la mano debajo de la “plumita”.
Mi preparación para el parto fue todo un reto, y las cositas que necesitaba para la bebé un curso de postgrado, después de una investigación exhaustiva me convencieron que no tenía que llevar nada al hospital, pero mi esposo pago el precio de cargar con una maleta y tres bolsos, con cosas que no utilizamos, precavida que soy.
El metro de New York fue como una danza apocalíptica a la velocidad de la luz, 20 viajes bajo tierra, perdidos en el metro sin entender el mapa.
Es choque de culturas, luego de 40 años con todo bajo control, el reto ha sido maravillosamente inmenso, por eso decidí sacudirme el polvo, de todos modos alguien dijo que la palabra guajiro, no es más que la mala pronunciación que los mambises hacían al modo que los llamaban los americanos “war hero”, así que nada de guajira, guerrera es lo que soy, amante del desarrollo, por ahora sigo descubriendo estas tierras.
Me encanto!! Jaja todos pasamos ppr ahi amiga y ese ser "guajiros" q nos hace ser autoctonos en esta tierra prestada.
ResponderEliminarTe admiro en grado superlativo hermana mía. Es más que un regalo poder acompañarnos en esta aventura de nuestras vidas. Mil gracias por animarnos siempre a volar con esas alas guerreras, que hoy nos recuerdan la valentía y heroísmo que entraña este pasaje a lo desconocido llamado emigración.
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